Me voy a alimentar con sus cuerpos
comeré su dulce carne
tan tierna como sus mejillas sugieren.
Prepararé espaguetis con sus cabellos
y haré ensaladas suculentas coronadas por sus ojos.
Sus vientres los reservaré para luego
son un festín que quiero degustar lento.
Piernas, brazos y cuello serán mi comida diaria
Nada como poder paladearlos de a poco.
Hambre de madre es ésta que tengo
una que sólo se sacia al sentirlos dentro
una que no acaba con el correr de los tiempos.
Mi hambre se aviva cuanto más crecen
porque para sazonar sus propios cuerpos
voy extrayendo de mí cada ingrediente.
Por eso he decidido convertirlos en plato
y devolverme a mí misma lo que ya he preparado.
Dejaré que se crean separados
mientras se añejan y se aviva el sabor en ustedes.
Pero un día sin querer volverán
me entregarán su carne y su sangre,
dormirán en mis brazos en paz
y la oscuridad de mis entrañas los cobijará.

Imagen: Ihar Leichonak