Probablemente esta entrada provoque que mis vecinos y algunos familiares dejen de hablarme -espero de todo corazón que no- o que, como pasó con el sistema de aprovechamiento de aguas grises -del que después hablaré en detalle-, la secretaría de medio ambiente de mi localidad decida hacernos una visita derivada de una «denuncia anónima». Lo confieso públicamente: en casa tenemos un baño seco. Y lo más radical es que no vivimos en un rancho, ni en el campo, sino en un fraccionamiento «residencial», donde las casas están pegadas la una a la otra y donde la sepacación convencional entre jardines es una valla de setos.

¿Y qué es un baño seco? Bueno, acá hay información mucho más detallada y mejor explicada. Denle una vuelta. Pero en resumidas cuentas, se trata de un baño que no necesita agua para deshacerse de los residuos. En su lugar, utiliza material seco que permite compostar los desechos ya sea de forma directa o a través de un sistema de compostaje externo.
En nuestro caso, sólo estamos utilizándolo actualmente para orina. Es decir, seguimos usando el excusado convencional para el excremento.
Todo empezó en noviembre de 2020, cuando decidí adquirir un excusado para baño seco a través de Es fácil ser verde, una organización que comercializa el sistema y genera proyectos de permacultura muy interesantes. Instalarlo es la cosa más rápida del mundo. Simplemente lo sacamos de la caja, lo colocamos en el piso, pusimos la cubeta y un bote con una mezcla de aserrín, fibra de coco y un poco de tierra al lado y ¡listo!, comenzamos a hacer pipí y a «taparla» con la mezcla cada vez que íbamos.

Una vez que la cubeta empezó a llenarse vino el temor natural: ¿qué iba a pasar entonces? ¿a qué olería? La respuesta es: a bosque. Meses antes de la instalación del baño seco, en nuestro faccionamiento derribaron un árbol que había enfermado y terminó secándose. Dado que tengo composta y aunque la situación fue muy triste, le pedí a los trabajadores que me dejaran reunir el aserrín resultante para emplearlo en mi huerto y en los composteros, pues es un tesoro natural. Durante muchos meses permaneció en un costal, pues no quise usarlo de inmediato porque el árbol había tenido un hongo que no me hubiera gustado propagar por mi huerto. Así que cuando llegó el baño seco ya tenía el material idóneo. Y de ahí vino el olorcito a bosque que les platico.
Lo siguiente fue qué hacer con el desecho una vez recolectado. Para ello empleé los composteros grandes que normalmente utilizo para poner la mayor cantidad de nuestros residuos y los que algunos vecinos nos proveen, pero terminaron por llenarse muy rápido, así que pronto tuvimos que idear una manera de compostar todo por separado y decidimos hacer un compostero de doble cámara y tal vez, sólo tal vez, aventarnos de una vez a utilizar el baño seco también para excremento si todo iba bien.

Y en eso estábamos cuando se nos atravesó la casita del árbol, pues mi hija vio el proyecto y nos sugirió que el compostero tenía más esa cara, lo que nos hizo pausar un rato el uso del baño seco, al menos mientras los composteros grandes se desocupaban. Hoy estamos otra vez utilizando el sistema con nuevos aprendizajes.
La necesidad de revitalizar y preservar el suelo
Fue precisamente la tala del árbol lo que me llevó a hacerme un montón de preguntas y descubrimientos interesantes. Para mí fue muy triste ver que derribaran un árbol que, si bien ya se veía enfermo, de todas maneras dejaba un espacio vacío en su lugar al ser talado. Resulta que este fraccionamiento, como muchísimos otros, se asentó en un espacio que originalmente era un bosquecillo y un reducto de naturaleza en medio de la mancha urbana; además hubo que derribar no uno, sino muchísimos árboles más durante su desarrollo -aunque debo reconocer que lo que más nos atrajo cuando nos mudamos fue precisamente que conservaron la mayor parte de los árboles-. Resulta que éstos no sólo corren riesgos cuando decidimos talarlos intencionalmente, sino también después, al pavimentarlo todo a su alrededor, porque al no tener un suelo que se revitalice naturalmente, poco a poco se debilitan y se enferman. Y no, no basta con dejarles un cuadradito a su alrededor para que les entre el agua. Los árboles, como todas las plantas, necesitan materia orgánica disponible para poder alimentarse y crecer. De lo contrario simplemente se enferman y mueren.
Si el árbol no cuenta con los recursos naturales necesarios para poder sobrevivir, lo lógico es que tengamos que alimentarlos de manera artificial y ese alimento es la composta. En nuestro caso, si bien ya teníamos tiempo generando composta, ésta es utilizada en su mayoría para el huerto, dándonos muy poco más para poder regalar o para revitalizar los árboles a nuestro alrededor, por lo que cuando me enteré de que uno de los beneficios de un baño seco es, además del obvio ahorro de agua, la generación de composta utilizable en plantas de ornato, floricultura y árboles, decidí probar.
Ojo aquí, porque con el sistema completo, es decir, con los composteros instalados para procesar la totalidad de nuestros desechos, es necesario esperar un año entero, una vez que la cámara está llena, para que el proceso de compostaje esté completo y las heces fecales se desintegren. Una vez que esto ocurra, la materia resultante no será apta para la huerta, pero sí para los árboles, flores y pasto. Algunas fuentes señalan que se puede usar esta materia en la huerta luego de otros procesos de compostaje pero en nuestro caso dudo mucho que lleguemos a hacerlo porque requiere un tratamiento mucho más especializado.
Los beneficios derivados
La compra del baño seco coincidió con una baja en el surtimiento de agua de la localidad, así que además nos permitió medir qué tanto más podíamos ahorrar, pero además, al utilizar la orina mezclada con el aserrín y la tierra, pude comprobar que el compost se «activó» mucho más rápido. Al verterlo a la compostera sí despidió algunos olores desagradables, pero estos se neutralizaron fácilmente al agregar más material seco a la mezcla, proveniente principalmente de las hojas que caen de los árboles y que el personal de intendencia me da de manera frecuente. A los pocos días no sólo no olía mal, sino que en general la composta se veía mucho más uniforme y trabajada y su olor era el de la tierra cuando está mojada. En general, hasta ahora nadie se ha quejado.
Pero sin duda el beneficio más importante que obtuvimos fue el de dejar de contaminar para convertir nuestros «desechos» en alimento, en algo que es útil y valioso para el suelo que pisamos y que puede ayudar a revitalizar y regenerar la tierra y combatir el cambio climático. Y otro plus es que nos ha ayudado a combatir nuestros demonios mentales. Yo todavía tengo mucho miedo del qué dirán, por eso sólo lo utilizamos en un lugar donde las visitas no tengan que verlo y hacer preguntas -aunque últimamente no tenemos muchas visitas dada la contingencia.
No se necesita vivir en un rancho para poder tener un baño seco y no, no es sucio ni huele mal, tampoco es horrible, todo lo contrario: al usarlo se tiene una sensación muy extraña, una satisfacción que uno no puede creer que provenga de ir a hacer pipí. Pasa que estamos tan acostumbrados a deshacernos de nuestros desechos, a alejarlos lo más posible de nosotros, que a veces olvidamos que lo que nos parece la solución más decorosa acaba siendo la más sucia. ¿Por qué nos puede resultar tan vergonzoso tener un baño seco pero no que nuestra orina y excerementos ensucien el agua? Sin ir demasiado lejos, justo al lado de este mismo fraccionamiento corre un río que ha sido convertido en vertedero de aguas negras y en el que se puede ver de manera precisa lo que provoca nuestro estilo de vida. Y no les quiero contar a lo que huele…
En resumen
Tener un baño seco no es difícil, no es sucio y no requiere una instalación demasiado compleja. Incluso puede hacerse con recursos con los que uno cuenta sin necesidad de comprar nada. Aún si sólo deciden utilizarlo para hacer pipí y viven en un departamento, hay opciones para llevarlo por buen camino, como utilizar un servicio de recolección como el de Es fácil ser verde o emplear sólo la pipí diluída para fertilizar los camellones de su colonia. Las opciones son muchas.
Lo importante es hacer algo, dejar de deshacernos del problema y hacer a un lado los tabúes y los convencionalismos sociales. Y repito, por qué nos parece sucio utilizar un baño sin agua pero no nos lo parece ensuciar la misma agua que todos necesitamos con nuestra pipí y popó.
Por último, debo reconocer que no es un sistema apto para cualquiera. Y con eso no me refiero a cualquiera que quiera hacerlo, sino a alguien que no está acostumbrado a ser responsable de sus desechos porque sí, requiere atención y cuidado. En primer lugar, que al ir al baño te asegures de tapar todo lo que hagas para que la siguiente persona no sea recibida con algo desagradable -pero eso también pasa con el baño convencional, ¿no?-, enseguida, el compostero también debe ser bien llevado, recibir la aireación adecuada y ser constantemente tapado con material seco para impedir que se escapen olores que puedan perjudicar a los demás y más cuando -como es mi caso-, tu vecino tiene su precioso jardín justo al lado del tuyo. Pero la realidad es que una vez que aprendes a hacerlo es relativamente sencillo lograrlo.
Espero que algún día en esta casa logremos compostar la totalidad de nuestros desechos orgánicos y manejar de manera adecuada todos los inorgánicos. Mientras tanto, trataré de seguir abriéndonos a nuevas formas de pensar.
