Cansada de ser, de mi existencia
no de vivir, no de mi vida
ni siquiera de la misma vida
sino del esfuerzo infame que ser implica
con cada una de sus consecuencias
sus definiciones
en el afán de afirmarme y rehacerme.
Eso, de ser, de existir
cansancio
de llamarme Carolina y no Nadie
de decidir esto o aquello
de tener que apartar mis ojos
del dulce gesto de la nada,
para cumplir el trabajo de ser y estar.
Recordar en ese cansancio
que no ser no se permite
que no existe tal cosa como la nada y el vacío
que al expresar soy
y que los ojos del Todo y sus constantes
alcanzan para obligarme a ser aunque no quiera.